Alfredo cae al suelo. El pánico se apodera Isabel, Fina y Clotilde; la situación se torna caótica. Cuando acaba un estruendoso grito que pegan al unísono hacen ademán de irse; chocan y se caen, se arrastran, forman una amalgama informe que se mueve a duras penas. Cuando consiguen deshacer el nudo de sus cuerpos se levantan, cada una coge una indeterminada y errática dirección que tras unos segundos de abrir y cerrar puertas, entrar y salir, bajar y subir escaleras, les lleva de nuevo a donde estaban. Jadeantes se miran las unas a las otras. Después a Alfredo y a la pistola.
Fina: Yo no estoy sola.
Isabel: Yo no estoy desahuciada.
Clotilde: ¿Qué decís? ¿A qué viene esto?
Fina: No tengo ningún motivo para quitarme la vida.
Isabel: Y somos mujeres.
Clotilde: ¿Cómo?
Isabel: Parece que esa pistola se ceba con los hombres.
Clotilde: Eso son una sarta de tonterías. (Hace ademán de coger la pistola)
Fina e Isabel: ¡No!
Clotilde se detiene unos instantes pero continúa con su propósito. La coge. Isabel y Fina están petrificadas.
Clotilde: Lo mejor es vaciarla.
Isabel: No, por favor. A mí no, deja que disfrute un poco la casa, acabo de terminar de pagarla.
Fina: Por favor, Clotilde. (Titubeante) El portero… el portero…
Clotilde: ¿Qué dices? ¿Qué pasa con el portero?
Fina: Estoy ilusionada.
Clotilde: Ajá, así que eras tú. Por eso estaba tan raro... (Hace un movimiento brusco con la pistola con la intención de abrirla. Fina e Isabel se asustan y gritan.)
Isabel: No, Clotilde. A nosotras no. Para los del banco. Una para el director del banco que puso en marcha el desahucio.
Fina: Eso, eso. Otra para el juez que la ordenó.
Clotilde deja de intentar abrir la pistola interesada por lo que dicen.
Clotilde: ¿Y la tercera?
Fina e Isabel se miran, se sienten amenazadas. Se comportan como si las estuvieran apuntando a la cabeza.
Clotilde: Alfredo…
Fina: Alfredo ya está muerto.
Clotilde se mueve de un lado a otro con la pistola en la mano entre pensativa y enajenada.
Clotilde: Eso mismo. ¿Por qué está muerto? ¿Por qué se sentía tan solo?
Isabel: Casi no lo conocíamos.
Isabel y Fina están abrazadas. Cuando Clotilde se vuelve hacia ellas repentinamente reprimen un grito y estrechan su abrazo.
Clotilde: ¿Por qué?
Fina e Isabel balbucean algo ininteligible.
Clotilde: ¿En qué nos hemos convertido? (Isabel y Fina se miran desconcertadas) Vivimos a dos metros de distancia y no sabemos nada los unos de los otros.
(CONTINÚA MIGUEL GALINDO)
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