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La puerta. (III)

Actualizado: 4 ene 2019

Alfredo cae al suelo. El pánico se apodera Isabel, Fina y Clotilde; la situación se torna caótica. Cuando acaba un estruendoso grito que pegan al unísono hacen ademán de irse; chocan y se caen, se arrastran, forman una amalgama informe que se mueve a duras penas. Cuando consiguen deshacer el nudo de sus cuerpos se levantan, cada una coge una indeterminada y errática dirección que tras unos segundos de abrir y cerrar puertas, entrar y salir, bajar y subir escaleras, les lleva de nuevo a donde estaban. Jadeantes se miran las unas a las otras. Después a Alfredo y a la pistola.

Fina: Yo no estoy sola.

Isabel: Yo no estoy desahuciada.

Clotilde: ¿Qué decís? ¿A qué viene esto?

Fina: No tengo ningún motivo para quitarme la vida.

Isabel: Y somos mujeres.

Clotilde: ¿Cómo?

Isabel: Parece que esa pistola se ceba con los hombres.

Clotilde: Eso son una sarta de tonterías. (Hace ademán de coger la pistola)

Fina e Isabel: ¡No!

Clotilde se detiene unos instantes pero continúa con su propósito. La coge. Isabel y Fina están petrificadas.

Clotilde: Lo mejor es vaciarla.

Isabel: No, por favor. A mí no, deja que disfrute un poco la casa, acabo de terminar de pagarla.

Fina: Por favor, Clotilde. (Titubeante) El portero… el portero…

Clotilde: ¿Qué dices? ¿Qué pasa con el portero?

Fina: Estoy ilusionada.

Clotilde: Ajá, así que eras tú. Por eso estaba tan raro... (Hace un movimiento brusco con la pistola con la intención de abrirla. Fina e Isabel se asustan y gritan.)

Isabel: No, Clotilde. A nosotras no. Para los del banco. Una para el director del banco que puso en marcha el desahucio.

Fina: Eso, eso. Otra para el juez que la ordenó.

Clotilde deja de intentar abrir la pistola interesada por lo que dicen.

Clotilde: ¿Y la tercera?

Fina e Isabel se miran, se sienten amenazadas. Se comportan como si las estuvieran apuntando a la cabeza.

Clotilde: Alfredo…

Fina: Alfredo ya está muerto.

Clotilde se mueve de un lado a otro con la pistola en la mano entre pensativa y enajenada.

Clotilde: Eso mismo. ¿Por qué está muerto? ¿Por qué se sentía tan solo?

Isabel: Casi no lo conocíamos.

Isabel y Fina están abrazadas. Cuando Clotilde se vuelve hacia ellas repentinamente reprimen un grito y estrechan su abrazo.

Clotilde: ¿Por qué?

Fina e Isabel balbucean algo ininteligible.

Clotilde: ¿En qué nos hemos convertido? (Isabel y Fina se miran desconcertadas) Vivimos a dos metros de distancia y no sabemos nada los unos de los otros.


(CONTINÚA MIGUEL GALINDO)

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